Esta situación evidenció que la economía peruana habría empezado a experimentar una contracción importante que pone en riesgo la calidad de vida de los contribuyentes y, sobre todo, de los ciudadanos en situación de vulnerabilidad. Ante los hechos, el Ministerio de Economía y Finanzas aceptó que el Perú se encuentra en recesión. En esa línea, expertos en materia económica explicaron que son cuatro los factores a los que se puede atribuir este resultado desalentador.
LOS FACTORES
El exdirector del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y socio de Macroconsult, Elmer Cuba, mencionó que la llegada del Fenómeno El Niño afectó directamente a los sectores pesca y agropecuario, debido a que las temporadas de captura de anchoveta se frenaron ante la temperatura anómala del mar y, en el centro y sur del Perú, la campaña de cultivo no fue satisfactoria por la falta de lluvias.
A su vez, recordó las violentas manifestaciones en contra del gobierno desde diciembre de 2022, lo cual obligó a cientos de micros y pequeñas empresas a frenar sus actividades productivas. A menor volumen de ventas, menor recaudación tributaria. Si a esto sumamos que el Congreso aprobó la reducción del IGV a 8% para restaurantes y hoteles mypes, podemos observar pérdidas de hasta S/740 millones en impuestos. El nivel de inflación a 12 meses, el cual llegó a 5.58% en agosto de este año, también es uno de los motivos que ralentiza el crecimiento de la economía.
El exministro de economía y presidente del Consejo Privado de Competitividad, David Tuesta, señaló que no es posible seguir culpando a la emergencia sanitaria por COVID-19 por el crítico desempeño económico del país y, en su lugar, comentó que se debería comenzar a responsabilizar al gobierno por su incapacidad para asumir errores y no revelar información certera a la ciudadanía. “Hemos llegado a un momento en el que la recuperación de la confianza depende de que este gobierno dé, por lo menos, señales de coherencia y de valentía para avanzar en reformas”.
Por su parte, el exministro de Economía, Luis Miguel Castillo, sostuvo que “una pregunta relevante en la actual coyuntura es por qué el MEF sigue insistiendo en inyectar más recursos públicos cuando esta receta no ha funcionado y arriesga deteriorar la salud de las finanzas públicas”. Así, existirían tres razones que pueden explicar esta postura.
La primera es que una promoción más agresiva de la inversión privada se frena por el mismo Gobierno ante el temor de ser percibido como proempresarial y se teme generar el rechazo de las regiones que lideraron la convulsión social.
La segunda es que es más fácil congraciarse con el Parlamento y los gobiernos regionales si se muestra dadivoso en atender demandas de mayor gasto. Así el Ejecutivo asegura un respaldo político que permita su permanencia en el poder o negocia la aprobación de otros proyectos de ley pendientes de aprobación.
La tercera es que la actual gestión es renuente en plantear reformas necesarias y prefiere llevar la fiesta en paz. Las restricciones políticas son reales, pero esto no quita la posibilidad de ser más avezado en plantear cambios estructurales en materia de formalización, productividad o descentralización, por mencionar algunos ejemplos. Lo que se requiere son señales más claras de apostar por el crecimiento de largo plazo y de viabilizar proyectos más allá de anuncios que no terminan de materializarse. Esto demanda ciertamente un mayor liderazgo y un cambio de estrategia.
“En realidad pareciera que las decisiones de política fiscal responden a una combinación de estas razones. Lo cierto es que la persistencia en recurrir al gasto público, pese a los exiguos resultados en materia de reactivación, con toda seguridad continuará debilitando la credibilidad del MEF y disminuirá la ascendencia que pueda tener”, agregó.
GABRIELA LLONTOP
Periodista y redactora de Vigilante.Pe