En sus palabras, el obispo destacó la insuficiencia y la ineficacia de la respuesta de las autoridades. Al referirse al «desconocimiento» y a las «expresiones inadecuadas» de los altos funcionarios del Estado, Vizcarra puso en evidencia una falta de empatía y comprensión de la compleja realidad de estos pueblos.
La situación descrita por Monseñor Vizcarra no puede entenderse sin considerar el contexto más amplio de la desestructuración social en la Amazonía. Las comunidades y poblaciones indígenas enfrentan múltiples desafíos: prostitución, trata de personas, minería ilegal y tala indiscriminada, entre otros. Estos problemas no solo deterioran el tejido social, sino que también crean un entorno propicio para que ocurran actos de violencia y abuso.
El obispo enfatizó que estos actos de pedofilia y violencia no forman parte de la cultura de las comunidades awajún, que los sanciona severamente. Este punto es crucial para entender que estos delitos son el resultado de condiciones externas y no de tradiciones culturales. La falta de presencia estatal y la insuficiencia en la provisión de servicios básicos como la educación, la salud y el agua potable son factores determinantes que contribuyen a este estado de vulnerabilidad.
Una de las críticas más contundentes de Monseñor Vizcarra es la ausencia del Estado en estas regiones. La falta de políticas efectivas y de una presencia institucional constante deja a estas comunidades en una situación de desamparo. «El Estado debería velar por la integridad física, moral, psicológica y espiritual de todos los peruanos», recalca el obispo, subrayando la necesidad de una intervención integral y sostenida.