Ni las lágrimas ni los desesperados reclamos de inocencia de Nilson Becerra pudieron convencer al Poder Judicial de Jaén. La juez del Primer Juzgado de Investigación Preparatoria, Elizabeth Campos Idrogo, encontró graves y fundados elementos que vinculan a Becerra con el atroz homicidio de Sena Heredia.
Los trágicos eventos comenzaron a revelarse con el testimonio de la dueña de la vivienda donde Nilson Becerra alquilaba un cuarto en el segundo piso. La noche del 12 de mayo, mientras se preparaba para una actividad por el Día de la Madre, escuchó gritos y ruidos extraños provenientes del cuarto de su inquilino. Al llamarlo para averiguar qué ocurría, Becerra justificó los sonidos como provenientes de un amigo en estado de ebriedad, al que temía dejar salir por miedo a un accidente en su motocicleta. Sin embargo, la presencia de una motocicleta negra y ajena estacionada frente a la vivienda levantó sospechas.
Para la magistrada, estos indicios eran claros de que en ese momento Edgar Sena estaba siendo golpeado y reducido por sus atacantes en el interior del cuarto antes de ser maniatado y arrojado al río Marañón. Además, Campos Idrogo señaló que Becerra no pudo haber actuado solo, sugiriendo la participación de al menos otras dos personas en el crimen.

El comportamiento posterior de Nilson Becerra también levantó sospechas. El 13 de mayo, un día después del asesinato, abandonó apresuradamente la habitación alquilada, limpiando meticulosamente con detergentes y abrasivos para eliminar cualquier rastro de sangre. A pesar de sus esfuerzos, la Diviac descubrió rastros de sangre en el lugar mediante pruebas de luminol.
Las declaraciones iniciales de Becerra también fueron incriminatorias. Afirmó haberse encontrado con la víctima en el sector Montegrande para entregarle dinero de las ventas del día, dado que Sena también era su jefe. Sin embargo, las cámaras de seguridad no registraron su presencia en el lugar. Estos detalles, junto con las llamadas de Becerra para citar a Edgar Sena el día del asesinato y la denuncia de la familia, llevaron a la juez a concluir que existía un alto grado de vinculación del acusado con el homicidio calificado de Sena Heredia.
La necropsia reveló detalles desgarradores sobre la muerte de Edgar Sena. El informe indicó que la víctima fue brutalmente golpeada con un objeto contundente, maniatada con cinta de embalaje en las manos, y arrojada al río Marañón aún con vida, donde falleció por sumersión o ahogamiento.
El cadáver de Sena fue encontrado el 13 de mayo en las orillas del río Marañón. Para los familiares, la resolución del caso por parte de un amigo tan cercano y quien había sido un fiel trabajador durante más de siete años fue devastadora.
Nilson Becerra asistió al funeral de su amigo asesinado, mostrando un duelo aparente junto a la familia. Participó en las misas sin aparentar el mínimo remordimiento. Sin embargo, cuando sintió que la División de Investigación de Alta Complejidad (DIVIAC) lo seguía de cerca, coincidentemente viajó a Lima bajo el pretexto de «trabajar». Fue allí donde finalmente fue detenido.
Este caso no solo revela la crueldad con la que se cometió el crimen, sino también la profunda traición que sufrió Edgar Sena Heredia a manos de alguien en quien confiaba plenamente.
