La fatiga crónica se presenta usualmente en respuesta a un esfuerzo físico, cantidad alta de trabajo, estrés, inestabilidad emocional, aburrimiento, apatía y puede generar también dolores de cabeza, pérdida de sueño e incluso dolor de garganta.
“Puede ser una consecuencia de la COVID-19, que sumada a los diversos problemas psicológicos y efectos propios del virus generan cambios psicológicos y físicos que perjudican notablemente la salud de las personas”, explicó el especialista de UPN.
Olavarría precisó que para evitar la fatiga crónica durante el confinamiento es importante realizar ejercicio y contar con apoyo emocional para lidiar con la ansiedad y depresión. “La familia cumple un rol protector y de soporte constante en el caso que un miembro presente fatiga crónica. Es fundamental generar estadios de tranquilidad y actividades que modifiquen los esquemas mentales de quienes sufren esta afección”, explicó.
Indicó que la comunicación es fundamental porque brinda tranquilidad y supone un medio de alivio emocional para el paciente. Acudir a grupos de autoayuda o terapia con un profesional también son una buena opción si se vive solo, además las sesiones pueden realizarse de manera presencial o virtual.
La fatiga crónica, además de generar posible depresión y ansiedad, también produce cambios en el comportamiento del sujeto, provocando agresividad en situaciones que generan estrés. El experto de UPN indicó que en estos casos es fundamental contar con un especialista que brinde monitoreo y soporte al paciente.
Agregó que “la salud mental es fundamental en el actual contexto de pandemia. En UPN formamos profesionales capaces de transformar la vida de las personas aplicando técnicas y herramientas orientadas a la prevención, intervención, evaluación y seguimiento de individuos y grupos, para ayudarles a desenvolverse y mejorar su relación con ellos mismos y con la sociedad”, finalizó.
Nota de prensa